martes, 12 de febrero de 2008

Y ahora, ¿qué?

Queridos Hermanos,

Nos hemos reunido aquí para unir a esta pareja en santo matrimonio. Ah, el matrimonio, el santo matrimonio. Como decía aquel gran escritor "si el noviazgo es el periodo más feliz de los hombres (hombres y mujeres) por qué (coño) se casan?". Otra frase muy buena a cerca del matrimonio es que "las mujeres se casan esperando que él cambie, cosa que nunca sucede; los hombres se casan esperando que ella no cambie, cosa que tampoco sucede nunca (engorda)". Y por último, mi favorita "¿por qué te casas hermano; espera a la muerte para conocer el infierno?". Bien, la giliflautez del matrimonio se enmarca dentro de la pregunta del título del blog, esto es, "yahoraqué". Estás al borde de la puñetera treintena (si no en ella) y aunque los puñeteros niñatos de 16 te se creen que eres demasiado mayor para frecuentar los lugares que ellos ocupan, tu te sientes igual que cuando tenías 16, esto es, te follarías a todas las de 16, tienes las mismas ganas de vivir, la misma ilusión, pero no te preocupas por chorradas (aunque no sabes muy bien que hacer con tu vida). Probablemente eres mayor porque ya no ves a los de 16 como iguales o superiores, sino como niñatos, que por otra parte es lo propio, como todos lo hemos sido, jodidamente seguros de nosotros mismo y sin no tener ni puta idea, o justamente por no tener ni puta idea. Y problablemente eres mayor porque aunque no quieras admitirlo, por mucho que te llamen las de 16, ya no tienes voluntad para mantener una conversación absurda que te lleve a un polvo, por casquivana que sea la interfecta.


Bien. Acabas la carrera. Una carrera que te ha gustado hacer pero que no te ofrece una salida laboral demasiado gratificante (personal y económicamente). Eres una persona que no tiene una relación sentimental de ninguna clase y por lo tanto no dependes de otro para hacer planes ni liberas endorfinas los domingos cogido de la mano de una tronca, lo cual no te hace tener una perspectiva deformada de la realidad. Sabes que no quieres volver a tu pueblo natal, no porque estés mal, sino porque a) no te ofrece ninguna perspectiva de vida y b) estás demasiado acostumbrado a vivir a tu aire, pero no sabes donde debe llevarte el siguiente paso, con lo te encuentras en un limbo extraño, en una especie de purgatorio que te avoca a trabajos menos gratificantes aun que los que te ofrece tu carrera. No puedes casarte, porque no hay nadie que quiera casarse contigo, ni tienes trabajo (o trabajas en algo que no merece ese nombre), ni una meta (por primera vez en 25 años).


La situación no es fácil. Pero es simple. Tienes dos opciónes, la más fácil, la que escoge todo el mundo en tu situación o haces lo que quieres hacer, aunque sea incómodo y difícil, pero también inménsamente gratificante.

5 comentarios:

  1. Siempre lo que tú quieres, no lo dudes nunca niño!

    ResponderEliminar
  2. Sabias palabras,jeje. Tío eres bueno, sigue escribiendo porfa.....

    ResponderEliminar
  3. Las soluciones "faciles" siempre están ahí, pero... ¿de qué sirven si no nos hacen felices?
    Hagas lo que hagas, que te haga feliz.

    ResponderEliminar
  4. ¿Que no hay nadie que quiera casarse contigo? Si a los 50 no has encontrado a la churri ideal, avísame y te haré conocer el infierno. Por cierto, te he añadido (¡por fin!) a mi lista de enlazados. ¡No dejes de bloguear!!

    ResponderEliminar
  5. Pues está claro, el camino más díficil que es el que mola más por regla general. Lo otro es para muermos desde mi perspectiva.

    ResponderEliminar